En esta ocasión me parece oportuno abordar en mi blog un tema espinoso: el cine porno. Soy consciente de que se trata de un tema complicado pero no menos importante, precisamente porque es susceptible de generar creencias limitantes, dificultades de relación e insatisfacciones sexuales tanto a hombres como a mujeres a la hora de percibir y vivir su sexualidad.
Damos por hecho que, en general, no hay muchas mujeres usuarias del género del porno. Puedo confirmarlo en la medida en que, como ya sabéis, trabajo y me relaciono a menudo con mujeres. Tomando en consideración sus opiniones al respecto y, por supuesto, la mía propia, me propongo exponer aquí y ahora las conclusiones a las que he llegado.
En mi opinión urge saber diferenciar bien el término “pornografía” del de “sexualidad”. Me refiero a que hay que poner una distancia abismal entre ambos conceptos. Porque, al fin y al cabo, las películas del género porno están más próximas al de la ciencia ficción que al de ninguna otra cosa, habida cuenta de la cantidad de efectos especiales con las que cuenta. Por eso es importante saber diferenciarlo de la vida real.
No hacerlo conlleva equívocos como el que le viene ocurriendo a la actriz Leda Headey (Cersey Lannister, en la serieJuego de Tronos). Las características de su personaje han trascendido a las de la propia actriz: es insultada por la calle, apenas cuenta con seguidores, cuando tienen sesión de firmas nadie quiere la suya…
En definitiva, ha generado un odio hacia su persona porque es identificada en la vida real con el carácter malvado de su personaje. Es sorprendente – o preocupante, sería más acertado decir- esta confusión entre la ficción y la realidad. Algo parecido ocurre con la pornografía.
Yo situaría en la raíz del problema, un vacío de educación sexual. Cada uno se educa como puede, y la mayoría lo hace viendo películas porno. Craso error. Nefasto aprendizaje. Por eso creo que más que educar la vida sexual, la pornografíala des-educa, porque ofrece unos patrones ficticios que luego son trasladados a las relaciones reales de pareja.
Ocurre así cuando se tiene una pareja aficionada al porno: prevalece en ella su deseo de imitar y recibir lo que ha visto en la pantalla. Porque las proezas que en ella se plasman poco o nada tienen que ver con la grandeza de ser un buen amante. Veamos por qué
- La pornografía es repetitiva: un miembro que entra y sale de la vagina hasta la saciedad no es un argumento de peso y lo que que es aún peor, no aporta al encuentro ni un ápice de erotismo ni de sensualidad, ambos pilares básicos de una buena relación sexual. Teniendo en cuenta que la sexualidad es un universo de matices, de posibilidades, de imaginación, de juego y complicidad, la pornografía dista de ella años luz. Nada que ver.
- Las masturbaciones femeninas se reducen mayormente a la vagina, prestando casi nula atención al clítoris; pero incluso cuando se concentran en este último, son desacertadas.
- La perfección física: genitales “perfectos” en cuerpos “perfectos”. Detrás de esa perfección se esconden multitud de operaciones de pecho o genitales que sólo engrosan el negocio de la belleza exterior, por no hablar de que sirve como un patrón físico que puede resultar traumático para quienes se sientan comparados con él.
- El endiosamiento de la virilidad, o esa capacidad de exhibir miembros enormes con erecciones eternas que hacen que los hombres se cuestionen su propia capacidad viril. Estoy segura de que seguir esos modelos sólo garantiza traumas psíquicos. Lo que en realidad esconden son prótesis, bombas de vacío, anillos constrictores, viagra u otros artilugios o ayudas que hacen posible unas erecciones tan duraderas. Lo que apuntaba más arriba, ciencia ficción pura.
- Las eyaculaciones feroces para las que no se deberían descartar botas de agua o chubasqueros. Insisto, todo ficción.
- Lo siento la mayor parte del Squirting es orina, ooohhh
- El sexo anal como fijación masculina pero presentada como “fijación femenina”. Y no es que una mujer, al igual que un hombre, no pueda disfrutar del sexo anal, pero no lo hace con la exclusividad con la que es mostrada en el género porno. ¿No subyacerá, pues, una obsesión masculina? El punto P masculino se encuentra precisamente en esa parte de su anatomía, así que la pregunta creo que queda contestada.
- El plano de una eyaculación en el rostro de la mujer es un clásico que casi nunca se ahorran. Que ella lo reciba gozosa cual néctar divino sólo se explica porque en realidad no es semen, sino una solución azucarada recibida como una cascada de dulzor. ¿Os ha decepcionado? Las eyaculaciones casi nunca son reales.
- En el porno, los protagonistas actúan, fingen. Se me hace difícil aceptar que el género femenino disfrute con los malos tratos o con los insultos, ni que dé por bueno todo lo que les hacen meterse en sus genitales sólo y exclusivamente para el disfrute masculino. Además, en sus expresiones de goce se percibe una sobreactuación que hace toda la ficción aún más increíble e irreal.
- El “aquí te pillo, aquí te mato” no casa en absoluto con la realidad. Que los hombres estén siempre dispuestos es un mito que se han inventado ellos mismos para mayor gloria de su género y que en el fondo les puede generar una ansiedad a estar siempre a la altura. No es real; ni los hombres tienen siempre ganas de practicar sexo ni cualquier momento y lugar son válidos.
En resumen, la presión de seguir unos modelos ficticios existe por igual para hombres y mujeres. En ningún caso considero que la pornografía sirva para educar a quien se sumerja en ella buscando ampliar su conocimiento sexual. Detrás de ella sólo hay un lucro económico que manipula a los espectadores de este tipo de cine en su propio interés.
Entiendo, pues, que la perspectiva que ofrece el porno es muy superficial y que carece de sentido: personas desconocidas que tienen sexo como si se diesen los buenos días, que no utilizan preservativos, que tratan el cuerpo de la mujer -su pecho y sus genitales- como un simple trozo de carne, o el del hombre, identificado con el de un semental donde sólo importa un enorme y siempre erecto miembro.
En mi opinión, la pornografía carece de las cualidades que considero imprescindibles en toda relación sexual, ya sea esporádica o de una pareja consolidada, a saber, complicidad, comunicación, sensibilidad, escucha y respeto mutuo.
Sólo en un marco así entiendo que el disfrute de la sexualidad puede ser pleno, sano y placentero para sus protagonistas. Me decanto por los grandes textos eróticos de la India y China, obras que celebraban la alegría sexual.
Cuando se crea un ámbito de confianza entre dos personas es cuando el sexo se disfruta en su plenitud; también cuando un hombre no se siente cuestionado por el tamaño o forma de su pene o cuando deja de estar erecto durante el acto; cuando una mujer siente la libertad de pedir a su pareja lo que le gusta o se muestra y acepta tal y como es; cuando, en definitiva, ambos son capaces de gozar de cada caricia, de cada mirada, de fantasear, de jugar, es cuando existe la auténtica entrega a los placeres del sexo (del real, del auténtico, no del nos quieren vender).
No obstante, si te gusta el sexo explícito, hay opciones más motivadoras y saludables. Quiero reseñar aquí la obra cinematográfica de la directora de cine porno Erika Lust, directora que se desmarca del cine porno más convencional.
También quiero mencionar una página web llamada Porno Educativo. En ella se dan a conocer muchas experiencias de parejas que pueden resultar muy interesantes. Ah, y también se puede echar un vistazo al posporno.
Por último, y como ilustración de todo lo que he mencionado a lo largo del artículo, os dejo aquí el link de una entrevista a Erika Lust, así será posible conocer una versión mucho más enriquecedora del cine porno explicado por ella misma. ¡Feliz sexualidad y feliz vida!
2 comentarios en «Desmontando el porno»
¡Ja!
Menudo artículo que te atreves a publicar ¿estar en contra de una industria cinematográfica porno? ¿con la ingente cantidad de dinero que eso mueve? Es más ¿estás en contra de los valores de la sociedad? ¡Mañana mismo te cierran el blog!, ya te lo digo
Perdona que te corrija, bonita. Pero estás muy pero que muy equivocada.
A ver ¡el sexo es sexo, y punto! ¿qué es eso de aportar erotismo o sensualidad? ¿y para qué está la mujer si no somos quienes aportamos ese punto?
¿Tal vez eres de esas liberales que se creen que van a descubrir el mundo? o, mejor dicho ¿no vives en este mundo?
A ver, bonita. No puedes juzgar esto así como así. Empezando porque te quieres cargar esta suziedad tan cargadamente patriarcal que tenemos tal como se refleja en esas películas. Donde eres mujer, porque la suziedad quiere que seamos mujeres a las que se nos dictan las normas que el hombre impone.
Y, si ni tan siquiera se plantea una buena relación de persona a persona ¿cómo quieres llegar a una relación sexual? Nuestro cuerpo sexuado ya nos marca para el resto de nuestra vida ¿quién entiende que existe nuestro cuerpo sexuado, nuestra identidad de género, y por último nuestro deseo sexual? Ahora bien, y no te engañes, quien llegue a entender eso, entonces, empezará a descubrir ese universo de matices, posibilidades, etc que hay porque cada cuerpo es distinto y podrá descubrir que la penetración ya sea masculina o femenina, aporta esas sensaciones que todavía faltan por decubrir (sobre todo por parte del hombre)
Y ¿qué me dices de toda la industria que conlleva? Ser hombre, porque un cuerpo sexuado sea masculino, ya es un éxito con el que nacen y tienen que lucir gloriosamente. Ello (dicen) requiere estar preparados para la acción y, en cualquier momento disparar…¿o son los indices de eyaculación precoz lo que se disparan? ¿pero en serio se creen que una mujer disfruta sólo con esos….5 minutos? ¿cuándo despertarán? ¿cuándo dejará de ser la mujer un número para las listas de “mujeres a las que me he tirado”?
Y, por el contrario, la mujer tiene que estar, como ves en esas películas, preparada para aguantar el maltrato, y la disponibilidad para todos los protagonistas masculinos de la película. Como ves, ahí está el problema, que esta suziedad instaura la idea que la mujer es (déjame decir) propiedad del hombre -esclavitud constituída legalmente, y sobre todo, con el acto del matrimonio- para todo lo que se le antoje.
¡Trátame de estrecha si quieres! pero hasta el momento en que todo esto cambie, yo disfrutaré tal como estoy, y tal vez, cambie mi opinión en torno al género masculino y sea más permisiva, incluso, en cuestión de sexo. Ese día será cuando el género porno tome otra dirección y consiga educar más para conseguir mostrar todo lo que una persona (mujer o no) tengan esa conexión con plenitud, comprensión, y disfrute como ocurre con esas (pocas) películas porno como puede ser 9 Semanas y Media” o “La vida de Adèle” (por huir del patriarcado que siguen manteniendo otras muchas)
Hasta entonces, seguirán comprando lo que quieren vendernos, porque nos meten en esa corriente por la que nos quieren llevar.
Desde luego Sandra, ha sido un atrevimiento necesario. De hecho eres la primera en comentar aquí y en Facebook nadie a dicho ni muuuu a pesar de que pedí opinión…
Agradezco tu reflexión y como tú bien dices hasta que todo esto cambie, no seré complice de este consumo y preferiré las opciones que propongo en el post.
Un abrazo corazón y gracias por compartir.