Ya lo dijo el Dr. Gregorio Marañón “En este siglo acabaremos con las enfermedades pero nos matarán las prisas.
Desde luego, no se equivocaba porque la persona que convive con la prisa lo hace también con la ansiedad, el estrés y la falta de presencia.
Cuando hacemos de la prisa nuestro modus vivendi, nos convertimos en mujeres sin presencia, en mujeres que pasan por la vida sin disfrutar de ella, en mentes abducidas que ven transcurrir cada día como un suspiro y que llegadas a la mitad de la vida, de repente somos conscientes de que no sabemos ni cómo hemos llegado ahí.
Es triste, es duro, pero real.
La prisa llega a convertirse en un estilo de vida, incluso nos lleva a sentirnos culpables cuando paramos. Sin potestad alguna, nos vemos sumergidas en ese pensamiento incómodo de que “estamos perdiendo el tiempo” ¡qué ironía!, precisamente eso lo que estamos haciendo dejándonos arrastrar por esa insania aceleración.
Lo peor es que “la prisa” se ha convertido en un ente de prestigio, de éxito. Se entiende que si eres una persona muy ocupada es porque eres un gran profesional.
He llegado a escuchar a personas que toman laxantes para evacuar sus intestinos a toda velocidad porque este acto tan humano e imprescindible, les parece una pérdida de tiempo. ¡Alucino!
Hay prisa para crecer, hay prisa para hablar, para un encuentro sexual, para comer, para caminar, para comprar, para escuchar, para parir, para disfrutar, para sonreír, para conversar…
Hemos convertido los placeres de la vida, la sensualidad, el gozo de los sentidos, en algo prescindible. El simple acto de comer se ha convertido en puro trámite aderezado con una rica porción de culpa, dicho sea de paso.
¿Por qué enfoco este post en las mujeres? la respuesta es sencilla: somos más enfermas de prisa que ellos.
Un alto porcentaje de las mujeres seguimos ocupándonos de lo que acontece dentro del hogar, además de nuestra carrera profesional. No olvidemos que seguimos siendo las cuidadoras por excelencia.
Esta idea que abanderamos con orgullo de que las mujeres podemos hacer muchas cosas a la vez, es insana. Nos enfundamos en un traje de super woman’s absolutamente destructivo.
Si es tu caso, te recomiendo la lectura de este reciente estudio publicado por Psychological Research que se ha ocupado de hacernos el favor de desmentir este cliché.
No somos conscientes de que esta actitud acelerada poner en riesgo nuestra salud y nuestras relaciones. Pasamos por la vida sobreviviendo, no viviendo de verdad. El hecho de ir por la vida a tope de revoluciones nos extrae sin contemplaciones, del presente.
La prisa, lejos de darnos un lugar de prestigio, es sinónimo de una mala gestión del tiempo, despistes, riesgos de accidentes y desequilibrio físico y mental.
PRIORIZA: aunque parezca de perogrullo, no lo hacemos. En ese vaivén de miles de cosas que hacer, perdemos la perspectiva. Utiliza las listas de toda la vida, papel y pluma y ponte manos a la obra para darle a tu vida el valor que tiene.
Recuerda que las cosas importantes (tú misma, tu familia, tu proyecto, amigos…) a veces son las que ponemos en último lugar y luego vienen los arrepentimientos.
PONTE HORARIOS: este punto es fundamental, a mi me cambió la vida por completo. Distribuir tu tiempo con estructura y orden te da libertad, paz interior y agilidad mental.
FECHAS: acostúmbrate a trabajar acotando tu cerebro para que no se disperse. En esta era de las distracciones nuestro pobre cerebro se vuelve loco y todo le saca de su centro, vive en una hiper excitación constante. Cuando estés haciendo algo importante, olvídate del WhatsApp, el email, bichear por internet, atender llamadas…
NO AL EXCESO DE EMPATIA: hemos de aprender a decir NO a una conducta servicial, la empatía es necesaria para crear relaciones desde el corazón, sin embargo, hacer nuestros los problemas de otros, no es empatía.
El estar siempre dispuesta y receptiva a los deseos de los demás, reduce la escucha hacia ti misma, tu tiempo y tu cuidado personal. Crea citas contigo misma en tu agenda personal.
APARCA LA TECNOLOGIA: desconéctate de los dispositivos tecnológicos, aprende a estar y disfrutar del presente.
Comienza por quitar el móvil de la mesa cuando estás con alguien, no atiendas a lo de fuera cuando estés con tu familia y amigas. Si estás hablando con tu hija y te suena el móvil el intruso en ese momento es esa persona, no interrumpas tu conversación o tu juego por atender a quien se acaba de colar en ese momento mágico.
TOMA TIEMPO PARA RESPONDER: la tecnología nos mete sin darnos cuenta en la inmediatez y la prisa. No tienes que responder en el momento, tómate tu tiempo y responde cuando puedas. La mayoría de las cosas que se envían por estos medios, no son urgentes. Si algo es urgente, que te llamen.
ACTIVIDADES RELAJANTES: busca actividades que te ayuden a soltar tensión, a relajarte, a conectar contigo misma. Dale aunque sea unos minutos de quietud y silencio cada día a tu cerebro. Te aseguro que los resultados son espectaculares.
Quiero recomendarte un fantástico libro sobre este tema que te sorprenderá. En este libro descubrirás la energía y eficiencia necesarias para la vida.
Puedes echarle un vistazo en este enlace: ELOGIO A LA LENTITUD de Carl Honoré
Y recuerda: “la vida es el tiempo y el tiempo es la vida” no lo malgastes.
Si conoces a alguien que sabes que necesita tomar consciencia de esto, ayúdale compartiendo este post. De esta forma seguimos tejiendo esa bonita red entre todas para crear una nueva humanidad. ¡Gracias!
Con amor, Gema